Hace unas semanas hablamos de algunas trampas para motero@s que había oído. Los vecinos de zonas frecuentadas por muchos moteros tiraban (o se les caía casualmente y supuestamente) arena en las curvas, con lo que los moteros tenían que pasar por allí mucho más despacio o incluso dejar de ir.
Otra semana comentamos cómo están reasfaltando algunas carreteras. Lo estaban haciendo tan mal que resultaban hasta peligrosas. Llenas de surcos, con pegotes de alquitrán e incluso con alquitrán recién puesto sin más.
¿Resultado?
En las carreteras, salidas de curvas y malas frenadas por patinar con la arena o con el pavimento en mal estado y en las zonas alquitranadas, ruedas que patinan y las motos llenas de piedras de alquitrán que obviamente no solo te pican toda la pintura sino que además si se secan sin que las hayas quitado… olvídalo que ahí quedarán de por vida.
Hace más tiempo aún, os conté cómo un clavo acabó con mi fin de semana un viernes por la noche. La calzada es un buen lugar para dejar un clavo de 4 cm un viernes por la noche…
Pero el otro día recibí un mensaje de nuestro amigo Dani, aficionado al enduro y motero de campo (como les llamo yo cariñosamente).
Desde que hice el curso en Aras Rural con Rock Lloret con su moto de campo me di cuenta que era apasionante y que yo, tardara lo que tardara, acabaría disfrutando del enduro. Pero el mensaje de Dani me hizo darme cuenta que el campo tampoco sería perfecto.
Me comentó que ellos no solo se encuentran clavos que pinchan sus ruedas… ¿qué diablos hará un clavo en medio de un sendero?
Sino que se encuentran CABLES.
¿Cables?
¿De verdad ponen cables?
He buscado por internet y solo he encontrado tres casos producidos en años y países diferentes. No me cabe en la cabeza que alguien pueda hacer algo así y espero no verlo jamás. Puedes odiar el ruido espantoso que hacen las motos de enduro en la paz de un bosque. Puedes odiar que estropeen senderos o que pasen y asusten a los animales pero de ahí a poner un arma letal a su paso hay un abismo.
Y si alguien se lo plantea alguna vez… no merece estar en este mundo. Ante todo merecemos respeto. Todos, con independencia del vehículo que llevemos o deporte que practiquemos.