Rozar con las rodillas el asfalto: no debe ser nuestro objetivo


Cuando conseguimos nuestro carné nuevo de moto y nos aventuramos a nuestras primeras salidas, solo pensamos en disfrutar, en coger seguridad y en mejorar nuestra destreza en conjunto. Da igual la hora que sea y al lugar donde haya que ir, iremos en moto. Estamos en esa fase de ir a todas partes y a todas horas con nuestra moto.

Vamos tensos y bastante agarrotados. No nos pasa por la cabeza el llegar a rozar con las rodillas el asfalto. Diréis… si eso da igual. Si eso no es importante. Por supuesto que no, pero todos soñamos con ese momento alguna vez.

Pasa el tiempo. Acumulamos kilómetros. Normalmente vamos mejorando nuestra técnica a base de práctica. Si no recibimos ningún tipo de formación, puede que también vayamos adquiriendo algún que otro vicio. Pero dejamos de ir tan tensos y agarrotados para empezar a descubrir la danza de la conducción. Nuestro cuerpo pasa de ser una masa rígida al perfecto balanceador de pesos. Usando nuestro cuerpo correctamente, la conducción en curvas es mucho más fácil y segura.

En ese momento en el que ya nos empezamos a sentir confiados, aparecen nuevos pensamientos. Rozar con las rodillas el asfalto.

Puede que alguno de vosotros no se lo haya planteado nunca. Quizás otros lo consideréis absurdo. Y quizás otros lo veáis tan difícil que os lo hayáis quitado de la cabeza.

Me considero una persona muy prudente (quizás en exceso) y hubo un día que lo pensé. Me hacía ilusión. Era como si el conseguirlo significara que había alcanzado un nivel alto de conducción. Una idea falsa, por supuesto. Se puede rozar con las rodillas en el asfalto y ser un desastre en la técnica de conducir. Pero en mi cabeza sonaba la idea de conseguirlo.

Somos muchos que tenemos esa idea idílica y queremos conseguirla. Queremos sentirnos como auténticos pilotos. Tumbados hasta límites insospechados y rozando nuestras deslizaderas por el asfalto caliente.

En mi caso, me lo propuse y lo conseguí en unas tandas de circuito. Nunca hubiese probado algo así en carretera abierta. 

En realidad, parece que rozar las rodillas sea sinónimo de velocidad, o de ser buenísimos pilotos, pero como os he comentado, no es del todo así. Moteros y moteras que no destacan por su extrema velocidad van con las rodillas por el suelo en todas las curvas y otros que van tan rápidos que en la primera curva ya les has perdido de vista, no rozan ni queriendo.

Las rodillas para los que las usan, son un buen punto de apoyo y un indicador de la inclinación que llevan. Les permite saber dónde está el límite de su neumático y de su propia inclinación. Para todos aquellos (y aquellas) que no rozan con las rodillas con el asfalto, los límites están en su propia postura.

 

Rozar con las rodillas no es el objetivo al que debemos aspirar.

Hay que buscar ser mejores pilotos. Recibir formación constante para aprender a trazar mejor las curvas. Saber cómo colocarnos correctamente y cómo gestionar cada imprevistos. Entrar en circuito también es positivo para llegar a nuestros límites y a los de nuestra moto. Conocer sus reacciones e ir cogiendo soltura en la conducción. Es importante que no probemos nuestros límites en carretera. Para eso están los circuitos (con ambulancias, sin guardarraíles, sin vehículos en contra-dirección, etc).

En carretera no debemos esperar a rozar con las rodillas el asfalto, pero si llegan, que lleguen solas y sin forzar.

Si quieres saber cuál es la técnica correcta para rozar con las rodillas el asfalto, no te pierdas este post.