Adrenalina y endorfinas, la gasolina del motero


La gasolina del motero ¿existe?. Entre semana, cuando hay que ir a trabajar, suena el despertador y nos queremos quedar en la cama. Cinco minutitos más. Diez. Un poquito. Dormiríamos por lo menos una hora más. Estamos cansados y con mucho sueño. Pero llega el fin de semana y nos despertamos casi antes de que suene el despertador. Los ojos como platos y emocionados por hacer lo que más nos gusta. Ir en moto.

Nos acercamos a nuestro parking. La vemos. Una sensación de nervios, emoción y felicidad nos embarga. Lo vamos a pasar en grande. Y esa fantástica mezcla de emociones nos acompañarán durante todo el día. Esas sensaciones son la gasolina del motero. Existen y son reales.

Síntomas de la gasolina del motero:

Un escalofrío que recorre nuestra espalda, las manos tiemblan y el cuerpo se baña de un sudor frío… Las pupilas se dilatan, se nos pone la piel de gallina y el corazón marca un ritmo cada vez más acelerado… El tono muscular aumenta debido a la vasoconstricción y todo nuestro cuerpo parece estar en sistema de alerta…

Alegría, felicidad, ganas de vivir, placer y bienestar tanto con nosotros mismos como con nuestro entorno, nuestros amigos y compañeros de ruta.

¿Pero de qué está hecha la gasolina del motero?

La gasolina del motero está compuesta por adrenalina y endorfinas.

La primera, la adrenalina, no solo se dispara ante el miedo como se piensa. Una emoción o ruido intenso, luz brillante e incluso la elevada temperatura ambiental (entre otras causas) pueden provocar una reacción química en cadena dentro de nuestro cuerpo que aumente el nivel de adrenalina. Una reacción que nos fascinará y posiblemente nos enganchará. La adrenalina promoverá la liberación de dopamina en nuestro sistema nervioso central… y ésta… es la verdadera responsable de la sensación placentera.

La mejor droga del mundo la fabricamos en nuestro cuerpo. Y se llama dopamina.

La dopamina es un neurotransmisor considerado como el centro del placer. Por tanto, regula la motivación y el deseo así que nos impulsa a repetir aquellas conductas que nos proporcionan algún beneficio o placer. También se libera con estímulos desagradables (para evitar que los volvamos a repetir), pero en nuestro caso, lo que nos genera adicción, es el placer de ir en moto.

La dopamina es un precursor de las endorfinas. Otra de las drogas de la felicidad que forman parte de la gasolina del motero y que nos engancha.

Entrar en una curva, inclinar la moto, acelerar fuerte y salir disparado hacia la siguiente. Pasar un día genial con nuestros amigos y las motos. Todo ello nos llevará a ese sinfín de reacciones químicas placenteras. Reacciones que nos volverán adictos al deporte del motociclismo. Nos harán sentir mejor y más felices. ¿Qué más se puede pedir?

Esta vida hay que vivirla y disfrutarla como si fuese el último día. Y nosotros tenemos la suerte de sentir las mejores sensaciones subidos a nuestras máquinas. No hay mejor droga que esta pasión ni mejor vida que la del motero.