Hemos oído muchas veces cómo algunas personas (por no llamarlas de otra manera) ponen trampas para moteros en los caminos, senderos y demás lugares por donde las motos de enduro y las bicis suelen pasar.
Las trampas van desde cables atados a dos árboles a la altura de la cabeza o cuello del motero o ciclista a clavos, tornillos y similares puestos en el suelo, tapaditos con hojas, para reventar las ruedas al paso.
Siempre que hemos podido hemos alertado si se había detectado alguna zona en concreto con alguna de estas trampas para moteros.
Pero por si poner trampas no vale, ahora nos agreden con palos.
El pasado domingo, en la zona de Atalaya de la localidad del Berrueco (Madrid), un hombre (supuestamente y según fuentes Carlos M.S.) agredió con un palo a un joven de 12 años que iba, junto con un grupo de amigos, con su moto de campo.
Lamentablemente para esas personas que no soportan el ruido en el campo se tienen que aguantar, al igual que nosotros nos aguantamos cuando nos encontramos vehículos que no circulan por su carril. Pero es de personas y no de animales el respetar al prójimo y por supuesto, no buscarle ningún mal.
¿Cómo se puede dormir por las noches sabiendo que has puesto una trampa que puede ser mortal para alguien?
Espero que todos aquellos que van por ahí poniendo trampas y/o agrediendo al paso a moteros y ciclistas, sean niños o no, que les cacen y les hagan pagar por ello. Suficientes peligros tenemos ya como para ir pensando que un cable puesto por un indeseable nos va a cortar la cabeza o que nos van a pegar con un palo al pasar.