Los moteros y la virilidad


Más de una vez he oído que la moto, en el hombre, es el reflejo de su miembro viril. A más moto, más potencia se cree tener su propietario. Quizás debamos puntualizar a lo que se refiere esa frase que he oído varias veces. La moto es el reflejo de la cantidad de testosterona que va soltando su dueño por el mundo. Obviamente no siempre es así. Generalizar es malo, muy malo, todos los sabemos. Pero hay muchos que sí son así. Por tener una moto grande, esos moteros van vacilando a las pobres y dulces féminas que están a su alrededor.

Si eres hombre y estás leyendo esto, posiblemente digas o pienses que soy idiota. Si eres una mujer motera y sobre todo, si eres de las que pilota su propia moto, te estarás riendo y sabrás que lo que digo es muchas veces verdad. Las mujeres moteras que vais de copiloto no os ofendáis, pero posiblemente (y si me equivoco perdonarme) esto os pase menos a menudo.

¿Será que las motos son un reclamo para las mujeres? ¿Será que los moteros nos quieren impresionar con sus máquinas?

¿Nos fijamos las mujeres en las motos de los moteros, antes que en los moteros en sí?

Sin duda las mujeres moteras somos una raza especial de mujeres. No cumplimos el canon de mujercita débil y delicada que pasa los días de compras con las amigas o tomando cafecitos en terracitas. Nos gusta ser mujeres y femeninas pero también nos encanta este mundo rudo y masculino.

Y sí, me fijo antes en la moto que en el motero que va encima. Y sí, si la moto no me gusta, el motero pierde parte de su encanto. Llamarme lo que queráis, pero esa es mi verdad. Mi primera impresión siempre se centra en la moto. Y luego ya, sin casco y sentados en un bar de carretera, descubro y me centro en el interior.

¿Os pasa a vosotras? ¿A vosotros? ¿Os impacta la moto y luego miráis a la chica o al chico?

Estaréis de acuerdo conmigo si os digo que cuando nos cruzamos con una moto grande y potente, seguimos a su piloto con la mirada hasta que desaparece en la carretera ¿y qué nos produce? Nos gusta verlos con el mono y el casco de visera oscura. Quizás eso sea ser superficial, pero un hombre subido a una moto potente, con mono de cuero, casco y visera cerrada me parece super-sexy.

Será superficial, pero si estamos un grupo de amigas y vemos llegar a un grupo de moteros en sus super-motos nos echamos unas risas burlonas e inocentes de lo mucho que nos gustan los moteros mientras están subidos en sus motos y no sabemos quién hay debajo del mono de cuero y el casco. Luego ya… cuando se bajan y se van quitando el casco… toda esa magia desaparece.

Por suerte, siempre descubrimos que debajo de esos hombres «enmonados» y motorizados hay grandísimas personas. Personas que valen muchísimo y a los que admiramos por lo que son y no por la moto que llevan.