Prejuicios contra las moteras: ya basta


Los prejuicios contra las moteras están a la orden del día. Aunque, en realidad, no es algo que nos sorprenda. Cuando se es mujer, la sociedad analiza cada movimiento y cada palabra con lupa, por si acaso te sales del molde.

Cuáles son los prejuicios contra las moteras más frecuentes

Ser mujer es algo complejo. No ya por nosotras, sino por la sociedad en la que vivimos. Con un rol pasivo asignado desde la cuna y una sexualización de nuestros cuerpos continua, resulta difícil ser y vivir sin tener que escuchar opiniones ajenas juzgando.

Cuando, además, vamos en moto, cargamos con otra cruz, y es la de los prejuicios contra las moteras. Estos tienen tan poco sentido que, a veces, incluso pueden llegar a ser contradictorios. En cualquier caso, estos son algunos de los que solemos escuchar.

Solo queremos salir a ligar

Este es uno de esos prejuicios contra las moteras que van de la mano de las burlas hacia nuestros conocimientos y habilidades. Ser mujer y motera no significa que queramos ser el centro de atención de los hombres. Ni tampoco que utilicemos el ir en moto como excusa para ligar.

En las salidas y concentraciones moteras, más del 90% son hombres. No obstante, acudir no significa que lo hagamos para ligar. Las mujeres también tenemos aficiones y, como ellos, somos perfectamente capaces de circular en moto.

Al contrario de lo que mucha gente piensa, se necesita valor y coraje para acudir a estos eventos siendo mujer. Porque, además de la poca presencia femenina, los prejuicios contra las moteras están ahí. Aunque también hay que decir que, por ser mujer, es más fácil que nos ayuden cuando lo necesitamos.

Conducimos lento y mal

Otro de los prejuicios contra las moteras es el de las habilidades en la conducción. No solo en moto, sino también en coche o en bici. Es muy frecuente ver a hombres que necesitan adelantarnos sí o sí, hasta el punto de arriesgar innecesariamente solo para demostrar su dominio.

Como en todo no se puede generalizar, y ser mujer y motera no implica que conduzcamos mal o que tengamos miedo a la velocidad. Una de las mejores cosas que tiene circular en moto es poder coger curvas con cierta velocidad. Nosotras también lo experimentamos y nos aficionamos a ello.

Inexpertas en un mundo de hombres

Los prejuicios contra las moteras duelen, pero este da mucha rabia. Ni los coches ni las motos son cosa de hombres, por mucho que el periodismo parezca insistir en ello. Desde siempre, a la mujer se le ha denegado el acceso a muchas profesiones, deportes e, incluso,a la educación. Recordemos a Kathrine Switzer, primera mujer en correr un maratón, con obstáculos, pero de otro tipo.

Por suerte, entre las personas moteras y aficionadas suele haber respeto, pero los medios de comunicación tienen todavía mucho que aprender.

Somos promiscuas e irresponsables

Estos prejuicios contra las moteras se ven alimentados por las fotos sin sentido de mujeres muy ligeras de ropa posando sobre motos. Como decíamos, la mujer es concebida en la sociedad como un objeto sexual. Podemos ser sexis si queremos y vestir como nos dé la gana, pero hay imágenes, como sucede en general en el deporte, que nos desprestigian y nos posicionan como un simple objeto bonito para exhibir, y no como personas y, en este caso, moteras.

La posición a horcajadas y la relación de las motos con los hombres en exclusividad, alimentan estos prejuicios contra las moteras.

Podríamos continuar largo y tendido sobre los prejuicios contra las moteras. Solo cabe decir que no debemos dejar de practicar nuestra pasión por las opiniones ajenas. Y si no nos atrevemos por estos motivos, es hora de dejarlos atrás y dar el paso. ¡Es nuestro momento!